jueves, 12 de mayo de 2011

Al infierno con los abogados del Diablo.


Hola a todas y a todos un jueves más!  Hoy estoy un poco decaído. Me doy cuenta de que estudio dos carreras que en la actualidad se erigen como enemigas. Mientras asistimos en las últimas semanas a dos hechos de gran repercusión como son el asesinato de Bin Laden y la legalización de Bildu, presenciamos también la contienda sin cuartel entre dos poderes y pilares básicos del Estado de Derecho.
 En primer lugar tengo que decir que no me sorprende que en los Estados Unidos, bandera del neoconservadurismo más agresivo, se recurra a la amenaza y al miedo colectivo para justificar el asesinato de una persona. Me ruboriza que nuestro Ministerio de Presidencia y alguna que otra figura del Ejecutivo alabe el crimen perpetrado por los americanos, en la que Obama festeja su nueva condición todopoderosa de juez, jurado y castigador.
Por otra parte, en relación con la legalización del partido político Bildu, vemos que algunos de nuestros políticos y medios de comunicación envidian y se contagian de cómo hacen las cosas los yanquis. Resulta que cuando en el Tribunal Supremo se paralizan las listas de la formación vasca los jueces están impartiendo justicia, porque como “todos sabemos” Bildu es ETA. Pero cuando el Tribunal Constitucional (máximo intérprete y defensor de las garantías constitucionales) decide que el partido puede y debe presentarse a las elecciones como un derecho fundamental básico de sus integrantes, ciertos políticos se echan las manos a la cabeza y en algunos medios como Intereconomía se llega a plantear la eliminación de esta “traba” que supone para ellos el TC.
Para mí desde luego me parece razonable que unos ciudadanos que no están condenados y que se ajustan a las reglas de juego democrático ejerzan su derecho a la participación. Pero lo que para nada me parece razonable es que un representante de la ciudadanía quiera ostentar a la vez el sillón del Parlamento y el de la sala de juicios. Cuando los políticos critican y atacan indecentemente el sistema judicial, desacreditándolo simplemente porque no son una herramienta para la obtención de sus fines, parece que no se dan cuenta de la gravedad de sus actuaciones.
El mundo se ha vuelto loco. Así que una de dos: o los jueces están perturbados y  están mandando asesinos a las urnas, o los políticos están más desequilibrados aún criticando a los primeros y queriendo ejercer su función.
Yo estudio Derecho y Ciencias Políticas…estoy jodido.
Eder.

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